Alter Christus

En este Año Sacerdotal recomiendo ver este vídeo en tres partes que se centra en algunos de los muchos aspectos sobre el sacerdocio. Ha sido producido por H.M. Televisión, en colaboración con la Congregación del Clero. Al hilo de la vida de San Juan María Vianney se repasan diversas cuestiones sobre el sacerdocio: vocación, misión, identidad, sacramentos, etc… El vídeo se ha producido en 5 idiomas: inglés, español, francés,italiano y alemán.


El vídeo incluye entrevistas con: el Cardenal Cláudio Hummes, Prefecto de la Congregación para el Clero; el Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; el Cardenal Julián Herranz, Presidente de la Comisión Disciplinaria de la Curia Romana; el Arzobispo Monseñor Mauro Piacenza, Secretario de la Congregación para el Clero;el Abad Michael John Zielinski, Vicepresidente de la Comisión para el Patrimonio Cultural de la Iglesia; Monseñor Guido Marini, Maestro de las Ceremonias Pontificias; y otros muchos.


La duración de los tres vídeos es de aproximadamente 30 minutos.

Agonía de Cristo en la cruz



Cristo de la Buena Muerte Su cuerpo semejaba de una arcilla pegajosa, con placas azules de los trastornos circulatorios, con coágulos desprendidos de la espalda flagelada, roída por la entena. Le resbalaba un sudor craso por las axilas, por los riñones, por los muslos; palpitaba horriblemente su cuello abotargado, corto, confundiéndosele con las mejillas infladas, blandas, lívidas; las sienes se le hundían, y sus oquedades se juntaban en las cuencas de los ojos; resaltaba la frente roja, el filo húmedo de la nariz anhelante, pulverulenta de una harinosidad amarilla. Los labios, fláccidos, amoratados, con arborizaciones venosas, se torcían sobre la escara de los dientes; y entre sus párpados cárdenos se perdía su mirada turbia, cuajada en una lágrima... Agonía del Señor. Agonía del crucificado, que padece las angustias de todas las muertes. [...]

Jesús agonizaba. Balanceó el cráneo, ahogándose. Se veía el ansia del resuello desde el vientre a las fauces. Crepitaban sus pulmones cartonosos; temblaba la blanda hinchazón de su pleura; se rompía su silbo ronco en un colapso; y entonces resaltaba el zumbido de las moscas en sus ojos, en su nariz, en sus orejas, en las llagas de los clavos.

Y tornaba el jadear, el cabeceo de la asfixia. Su cabellera se doblaba, caía, le cegaba, se alzaba; su aliento fue haciéndose ancho, prolongado. Se quejó, y precipitose su ahogo. Sus pupilas vidriosas imploraron el azul; se volvieron a la tierra... [...]

Todo el Calvario estaba lleno de su angustia. Sobre los rumores de la multitud y el aullar de Genas y Gestas, resaltaba el afán del Señor. Y sonó su grito de desgarraduras de toda su vida; y sintiose su silencio, el silencio del pecho inmóvil, desencajado, alto, duro, metálico; la cabeza quedó colgando hacia la roca; y la cruz tembló del peso del cadáver, que se había salido del escabel, y semejaba desclavarse. La madre aún esperó otra palpitación del costado del hijo.

Gabriel Miró, Figuras de la Pasión del Señor

Veámosle morir. Sin énfasis, de la mano de Gabriel Miró, acerquémonos al cerro de la ejecución. Él hará que todo se torne caliente, todo aquello que se había enfriado en los rincones del espíritu. Volveremos a sentirnos niños en la imaginación, pero con conciencia de hombres. Y por primera vez el dolor físico de la crucifixión nos latirá dentro de cada víscera, y derramaremos las primeras lágrimas por aquel al que tanto tiempo habíamos rezado, pero por el que no habíamos llorado aún, ni una sola vez.

Juan Gil-Albert, Gabriel Miró: Remembranza

Imagen: Cristo de la Buena Muerte, Nicolás de Bussy, S.I. Concatedral de San Nicolás de Bari. Alicante. Créditos: Paco Cameo.