Los españoles tienen que estar orgullosos de su papel en la historia de América. Si leemos el testamento de la Reina Isabel la Católica y otros documentos, se ve con claridad que la empresa de España en América pretendía sobre todo evangelizar. Carlos V, después de convocar el debate de Sepúlveda y Las Casas en Valladolid, declaró que no le importaba la quiebra económica “por no perder una sola alma para Cristo”. Como en todo lo humano, la cruz y la espada, la gracia y el pecado, iban de la mano.
Durante dos años los jesuitas sólo predicaban a los indios la belleza de Cristo y de la salvación, nada de moralismo. Solo después les educaban en el matrimonio monógamo y la moral cristiana. Apenas había dos o tres sacerdotes en comunidadesde 2.000 o 3.000 indios: no se sostenía por la fuerza de ninguna manera, era una experiencia de libertad. La belleza, no la fuerza, conquistó a los guaraníes.
El mayor don que América ha recibido del Señor es la fe, que ha ido forjando su identidad cristiana. Hace ya más de quinientos años que el nombre de Cristo comenzó a ser anunciado en el Continente. Fruto de la evangelización, que ha acompañado los movimientos migratorios desde Europa, es la fisonomía religiosa americana, impregnada de los valores morales que, si bien no siempre se han vivido coherentemente y en ocasiones se han puesto en discusión, pueden considerarse en cierto modo patrimonio de todos los habitantes de América, incluso de quienes no se identifican con ellos.
Como también señaló Juan Pablo II, fruto de ese impulso, al final del segundo milenio casi la mitad de los católicos del mundo rezan a Dios en español.
Este blog pretende humildemente servir a ese esfuerzo. Por ello, y haciéndonos eco de estas palabras de Juan Pablo II
La expresión y los mejores frutos de la identidad cristiana de América son sus santos.
se reseñarán en estas páginas las vidas de los santos y mártires de América como recordatorio de la llamada universal a la santidad.
Imagen: Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Evangelizadora de América.