La semana pasada fue densa en noticias relacionadas con la libertad de educación en España.
Por un lado el Partido Popular publicó un documento en el que expone sus propuestas para lograr un Pacto de Estado sobre la Educación en España.
Ese documento no contempla la supresión de la asignatura Educación para la Ciudadanía, lo que ha suscitado diversas críticas de medios de comunicación de la derecha social española manteniendo que la postura del PP suponía un nuevo incumplimiento de las promesas electorales hechas a sus votantes.
Al mismo tiempo diversas organizaciones de la sociedad civil manifestaron sus opiniones sobre las propuestas del PP. Así lo hicieron Profesionales por la Ética y España Educa en Libertad, la federación que agrupa a las plataformas que representan a los padres objetores a la polémica asignatura.
Esta última entidad lanzaba además la semana pasada el Manifiesto por la Libertad de Educación, un documento que busca salvaguardar el derecho que asiste a los padres a decidir la educación sexual que quieren que reciban sus hijos, ante la nueva intromisión que prepara el Gobierno con la nueva ley del aborto en este asunto tan sensible.
Otros medios especializados en información religiosa también se han hecho eco de la situación de los objetores a EpC, en especial en el blog de Luis Fernando Pérez Bustamante en Infocatólica. Comparto gran parte del análisis y de resumen de la historia de la objeción hasta ahora. Lo que resulta más chocante de esta aún corta historia es el goteo de deserciones que se ha producido desde el inicio, cuando el respaldo a la objeción fue mayoritario por parte de los obispos de la Conferencia Episcopal Española, el Partido Popular, y diversas organizaciones sociales y educativas: la Federación de Religiosos de la enseñanza (FERE), Confederación de Padres Católicos, CECE, Foro de la Familia, etc.,… Un amplio mosaico de entidades que pueden agrupar o representar a la gran mayoría de padres católicos españoles en el ámbito educativo parecieron unirse para defender a los padres ante la injerencia que suponía la asignatura.
Pero actualmente los padres están solos. No cuentan con el apoyo de grupos mediáticos, se han ido desentendiendo de ellos tanto las patronales de la educación como diversas asociaciones de padres católicos y movimientos de la sociedad civil. El Partido Popular pese a las intenciones de su documento manifiesta una actuación ambigua en aquellas comunidades autónomas donde gobierna. Los objetores no reciben más asistencia jurídica que la que pueden prestarles otros padres objetores profesionales del Derecho desde las plataformas. Esta situación duele a algunos, extrañados por lo que consideran el peor de los daños, el "fuego amigo", el abandono de los que aparentemente defienden lo mismo que uno.
Vaya por delante que pienso que la batalla por la objeción de conciencia a EpC, no se va a ganar. Ni política, ni jurídica, ni mediáticamente. Tampoco lo haremos en el plano social. Entonces ¿por qué objetar?, ¿por qué continuar adelante con una batalla que parece perdida de antemano? Pues porque el verdadero centro del debate en este tema no es esta batalla, siendo ésta extraordinariamente importante. Lo que de verdad importa es ganar la guerra por la libertad de educación, por defender y dar verdadero contenido al derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus propias convicciones. Lo que no ha comprendido mucha gente es que este es un conflicto como el del aborto. Y estos no son más que lo primeros envites de una larga guerra que se va a extender durante décadas. Porque en el fondo lo que existe es una guerra ideológica, una guerra en la que existen dos modelos contrapuestos de entender el Hombre, de entender la sociedad, la educación, la libertad y responsabilidad individuales, las relaciones del individuo y el Estado,... Y donde una de las ideologías considera que debe imponer sus valores de un modo hegemónico al resto de la sociedad. Es deseable que a lo largo de ese tiempo se unan más personas a esta lucha, se recupere la necesaria unidad para afrontar este enorme reto y se sumen esfuerzos para concentrarlos donde verdaderamente son necesarios. La guerra no ha hecho más que comenzar, es parte de una hoja de ruta donde lo que se busca es acabar con la libertad educativa, con los conciertos educativos a los centros católicos, con la educación diferenciada, y sobre todo con la libertad de los padres para educar a sus hijos conforme a sus convicciones,... y esa guerra no la podemos perder.